El primer fundamento importante es ser
consciente de que las conductas de entrenadores y padres sirven de modelo para
los jugadores, lo cual supone que además de nuestra actuación en
entrenamientos, encuentros, etc. existe una relación extra-deportiva que
también influye en la preparación y formación del deportista, y podemos
identificar desde el optimismo, entusiasmo, hasta los hábitos de vida, el
lenguaje utilizado, etc.
•
Es importante desarrollar la motivación
intrínseca por el entrenamiento, valorando la capacidad del deportista y haciendo
sentir importantes a los jugadores dentro del equipo.
•
Ante los
aciertos de los jugadores, se debe utilizar generosamente el reforzamiento (en
su medida, ello no supone ser meramente un animador o no ser exigente),
recompensando tanto los resultados como,
sobre todo, los esfuerzos, tanto
de tipo individual como colectivo. Se debe premiar la creatividad y la toma de
responsabilidades y riesgos, siempre que cumplan el objetivo o sean decisiones
correctamente tomadas, no debemos exigir modelos de ejecución rígidos. Debemos
conseguir un clima comunicativo en el que los jugadores también se animen entre
sí.
•
Ante los
errores, se puede animar si el deportista sabe cómo
conseguirlo, y sobre todo dar las instrucciones técnicas correctivas
de forma positiva. No acostumbra a surtir efecto castigar cuando las cosas van
mal o no salen, ni se deben dar las correcciones de forma punitiva u hostil.
Debe castigarse la jugada, no al jugador, buscando que no exista diferencia de
trato entre jugadores. Las correcciones deben realizarse inmediatamente después
de la acción incorrecta.
•
Respecto
a las informaciones del entrenador, debe intentar ser claro y conciso en sus
explicaciones antes de la situación de práctica
enfatizando aquellos aspectos más importantes sobre los que centrar la atención
durante la ejecución; durante ésta se puede animar de forma breve para no interferir en los
procesos cognitivos del sujeto (ya que el tratamiento de la verbalización exige
procesos atencionales selectivos), realizando las correcciones o nuevas
verbalizaciones una vez finalizada la práctica. Debe exigirse la máxima
concentración durante los entrenamientos.
•
Puede ser
muy importante establecer, a principio de la temporada, una serie de
condiciones y normas de equipo, más o menos consensuadas entre todos que nos
ayuden a establecer una serie de expectativas para la temporada, lograr un
mejor clima de equipo al delimitar las relaciones entre ellos y de cada uno con
el entrenador; además, se pueden incluir aspectos cotidianos (asistencia,
puntualidad, hábitos de tabaco y alcohol, etc.) pudiendo decidir también los
castigos a aplicar en caso de transgresión de las normas (que al haberse
decidido "democráticamente" será más fácil de sancionar). Es positivo
que los jugadores tomen decisiones en algunos temas concernientes al equipo.
•
Sobre
todo en iniciación es importante que todo el equipo juegue en los partidos, y
que el entrenador refleje allí la actitud y sacrificio en entrenamientos,
comportamiento, además, deben hacerse efectivos algunos de los castigos
restando minutos de juego, etc.
•
No exigir
más de lo que el jugador puede dar; adaptando las actividades a los jugadores,
no a la inversa, animando los esfuerzos y el progreso, no sólo exigiendo
resultados Se debe crear un clima de autoconfianza.
•
Es
importante que la actividad resulte grata para
los jugadores, no siendo incompatible con la exigencia y
el esfuerzo
Es interesante implantar un programa de
establecimiento de objetivos que pueden ser tanto a corto como a largo plazo,
diferenciando unos objetivos deportivos (técnico, táctico, mejora de la
condición física, etc.), y otros objetivos educativos (hábitos y actitudes,
como son los aspectos higiénicos, puntualidad, asistencia, actitud ante
compañeros en entrenamientos, comportamiento en los partidos ante el árbitro y
los adversarios, saber ganar y perder, etc.). De esta forma, el jugador sabe lo
que esperamos de él, pudiendo poco a poco ir adquiriendo una serie de compromisos
individuales y grupales. Un trato individualizado, aunque sin paternalismos,
ayuda a crear un clima de confianza y motivación importante, a saber a quién
respetar y obedecer, y a la vez saber esperar críticas y elogios.
Es de gran ayuda, también, en equipos de
iniciación, tener en cuenta de alguna forma un breve programa do asesoramiento
a los padres en el que además de informarles sobre los objetivos de la
competición infantil, podemos advertirles de cómo pueden contribuir a mejorar
el proceso deportivo, aceptando el papel del entrenador, orientando sus
comentarios y comportamientos hacia la motivación y mejora, no hacia el
resultado y la competición, y que al igual que el entrenador van a ser para sus
hijos un modelo por lo que debemos practicar con el ejemplo (por ejemplo, no
perder los nervios en los partidos con el árbitro o los adversarios, etc. ).
El carácter competitivo
que asociemos a los ejercicios y entrenamientos es importante, utilizando
métodos competitivos podremos educar hacia esta dirección, y se podrán desarrollar
las cualidades competitivas de los jugadores (coraje, valentía, sacrificio,
habitas de trabajo, agresividad, luchar por los intereses sin bajar la moral,
disciplina y autodisciplina, etc. ), aspecto que será importante a largo plazo,
por b que debemos darle la orientación justa y correcta en cada etapa, no
olvidando que debe reducirse la importancia del resultado como criterio de
éxito o fracaso o favor de los objetivos de ejecución.
Jaume Cruz
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