Desde
que nace, todo niño posee la facultad de moverse, pero a medida en que ella se
desarrolla varía mucho, pues depende de los mecanismos de regulación de que
disponga para ejercer libremente sus movimientos. Las experiencias motrices le
serán de gran ayuda al niño para desarrollar apropiadamente aprendizajes, no
solo motrices sino también cognoscitivos y afectivos.
Filósofos, psicólogos y
educadores han indicado la relación existente entre el cuerpo y la mente, pero
generalmente estos temas han sido segregados y clasificados y se le ha dado
poca consideración a la interrelación de ambos en el contexto educativo.
Gallahue (1976) hace mención de Piaget quien en la época actual ha retomado el
estudio de la relación entre el desarrollo motor y el cognoscitivo. Ruiz (1987)
agrega que Piaget no se preocupó por el estudio del área psicomotriz, sino que
describió cómo los movimientos infantiles loman parle en el desarrollo
cognitivo infantil. Su teoría da énfasis a la adquisición y aumento del
conocimiento, particularmente durante la infancia y los años preescolares. Por
tanto, para Piaget el dinamismo motor es el punto de partida de la construcción
de la inteligencia. Ruiz (1987) menciona que, para el investigador en
referencia, la motricidad interviene en diferentes niveles en el desarrollo de
las funciones cognitivas, y añade que para Piaget todos los mecanismos
cognitivos reposan en la motricidad. El juego es entonces de suma importancia
para que él niño obtenga conocimientos que le serán necesarios para el éxito en
su mundo. Piaget reafirma esta interrelación al decir que solo cuando el niño
es capaz de controlar sus movimientos con facilidad se sentirá libre para concentrarse
en los aspectos más abstractos de los problemas. Y lo complementa al manifestar
que cuando el niño controla sus movimientos físicos gasta un mínimo de energía
en el aspecto mecánico de la tarea y puede entonces dedicar su energía máxima
al pensamiento que se relaciona con la solución de la tarea.
El movimiento puede ser utilizadlo
como un instrumento partí el desarrollo de habilidades perceptual-motrices que
involucra la imagen corporal y las nociones de espacio, tiempo y dirección, y
para el aprendizaje académico en las áreas de ciencias, matemática, lenguaje,
arte, estudios sociales. Por
ejemplo, caminar sobre la circunferencia del círculo, partiendo de un punto y
llegando a este mismo, evidencia más el concepto de lado del círculo, que
enseñarlo en una cartulina.
Gallahue (1976) nos
indica que las experiencias de movimiento permiten el establecimiento y
refinamiento de la sensitividad quinestésica la cual involucra el desarrollo y
refinamiento de una adecuada estructura temporal y espacial. La estructura
espacial, está constituida por las nociones de imagen corporal, espacio,
dirección y tiempo. La habilidad de diferenciar las partes del cuerpo y tic
entender su naturaleza involucra tres áreas: conocer las partes del cuerpo,
localizarlas en sí mismo y en otros; conocer que puede hacer con las partes del
cuerpo y conocer cómo mover eficientemente su cuerpo; habilidad de reconocer
las partes del cuerpo para una actividad motriz particular y la ejecución
actual del movimiento en la tarea.
Por medio de la noción
de direccionalidad, el niño puede ser capaz de dar una dimensión a los objetos
en el espacio exterior y mejorar los conceptos de lateralidad
(derecha-izquierda), arriba-abajo, dentro-fuera delante-detrás. etc.
El aprendizaje de los
conceptos académicos en las diversas áreas puede facilitársele al niño
ilustrándolos con experiencias de movimiento. El niño construye, gracias a los
desplazamientos como reptar, gatear, caminar, etc., sus primeras nociones de
espacio tales como, allá, aquí, cerca lejos; noción de límite; adquiere
conocimiento y dominio de los elementos que constituyen el mundo de los
objetos.