A comienzos de los años 1950, para tener un
buen rendimiento en el fútbol era necesario ante
todo ser un atleta, porque "el cuerpo debe estar
en condiciones de producir el esfuerzo que
permita al jugador apoderarse del balón y, de
esta forma, ser el conductor del juego" (Baquet,
1957). Todo jugador joven debía seguir esta
premisa. Las aptitudes básicas fundamentales
eran la resistencia muscular (anaerobia), la
resistencia orgánica (aerobica), la potencia de
salto, la velocidad, la fuerza y la destreza.
"La resistencia anaerobia y la resistencia aerobica
permitirán mejorar la técnica a través del
desarrollo fisiológico del corazón y los
pulmones". Las cualidades como la potencia de
salto o la velocidad se consideraban innatas. "La
fuerza depende de la morfología, y la destreza es,
tal vez, una cualidad perfectible", se afirmaba
(Baquet, 1957).
La sesión de preparación atlética seguía un
método mayormente analítico y duraba alrededor
de 45 minutos. Comenzaba con una fase de
calentamiento que consistía en una carrera o
marcha combinada con movimientos de los
brazos, seguida de ejercicios de desarrollo
muscular y flexibilidad que los jugadores
efectuaban de a uno o de a dos, utilizando a
veces un balón medicinal.
DESCARGAR
No hay comentarios:
Publicar un comentario