Un líder no tiene como objetivo que los miembros de su grupo sean subordinados que acatan sus órdenes de forma automática, sin ser aceptadas de forma privada. Si un líder aspira a eso no sería más que un jefe formal con el que finaliza su influencia allí donde acaba su presencia y/o su poder. Un líder con verdadera vocación de liderazgo no quiere subordinados o súbditos, sino seguidores que crean en él. Puede utilizar muchas y variadas técnicas para conseguir la meta que se ha propuesto; puede variar según las circunstancias y situaciones su estilo de liderazgo (ora más centrado en la tarea, ora más centrado en las personas); ahora bien, salvo contadas excepciones, su liderazgo debe basarse en tipos de poder en los que la coacción se suplanta y se sustituye por la confianza que consigue despertar en los miembros de su grupo.
En los grupos deportivos, como en cualquier tipo de grupos, hay líderes. En un equipo de fútbol o de baloncesto, por ejemplo, la figura del capitán del equipo es siempre un dato de interés para comprender la dinámica del grupo. Hay jugadores más hábiles que otros, más respetados y más queridos. En los equipos deportivos, además de la figura del capitán, hay otros jugadores considerados por sus compañeros como muy influyentes, y que desempeñan el rol de líder en función de la situación. Independientemente de su estatus de capitán, un jugador de baloncesto de la talla de Michael Jordan se convertía en un líder que resolvía con éxito jugadas casi imposibles que llevaban al equipo a la victoria. Pocos jugadores se atreverían a no cumplir las expectativas del comportamiento que debían seguir en los momentos críticos de cada partido cuando se esperaba que Michel Jordan asumiera las riendas del equipo. Todos sabían cuál era su papel y cómo debían ayudar a su líder a conseguir el objetivo deseado por todo el equipo: la victoria.
Las cualidades de un entrenador han de ser distintas en función del deporte del cual es especialista (deporte individual versus deporte en equipo). Habría muchas tareas y funciones que un entrenador de un jugador de tenis no tiene que desempeñar si fuera entrenador de un equipo de voleibol y viceversa. Pero independientemente del tipo de deporte, la figura del entrenador es muy importante para hacer que el equipo o jugador rinda al máximo de sus posibilidades para conseguir la victoria (véase cuadro 1). Por todo ello, el entrenador debe actuar como un verdadero líder para su equipo y sus jugadores. No hay nada más palpable que comprobar las diferencias de juego que los equipos tienen de un año para otro, no sólo por el fichaje de nuevos jugadores, sino principalmente por el sistema de juego que implanta el nuevo entrenador. Ello nos exige como psicólogos comprender y analizar las distintas estrategias utilizadas por los entrenadores con éxito y determinar las claves de sus distintos estilos de liderazgo utilizadas.
En los grupos deportivos, como en cualquier tipo de grupos, hay líderes. En un equipo de fútbol o de baloncesto, por ejemplo, la figura del capitán del equipo es siempre un dato de interés para comprender la dinámica del grupo. Hay jugadores más hábiles que otros, más respetados y más queridos. En los equipos deportivos, además de la figura del capitán, hay otros jugadores considerados por sus compañeros como muy influyentes, y que desempeñan el rol de líder en función de la situación. Independientemente de su estatus de capitán, un jugador de baloncesto de la talla de Michael Jordan se convertía en un líder que resolvía con éxito jugadas casi imposibles que llevaban al equipo a la victoria. Pocos jugadores se atreverían a no cumplir las expectativas del comportamiento que debían seguir en los momentos críticos de cada partido cuando se esperaba que Michel Jordan asumiera las riendas del equipo. Todos sabían cuál era su papel y cómo debían ayudar a su líder a conseguir el objetivo deseado por todo el equipo: la victoria.
Las cualidades de un entrenador han de ser distintas en función del deporte del cual es especialista (deporte individual versus deporte en equipo). Habría muchas tareas y funciones que un entrenador de un jugador de tenis no tiene que desempeñar si fuera entrenador de un equipo de voleibol y viceversa. Pero independientemente del tipo de deporte, la figura del entrenador es muy importante para hacer que el equipo o jugador rinda al máximo de sus posibilidades para conseguir la victoria (véase cuadro 1). Por todo ello, el entrenador debe actuar como un verdadero líder para su equipo y sus jugadores. No hay nada más palpable que comprobar las diferencias de juego que los equipos tienen de un año para otro, no sólo por el fichaje de nuevos jugadores, sino principalmente por el sistema de juego que implanta el nuevo entrenador. Ello nos exige como psicólogos comprender y analizar las distintas estrategias utilizadas por los entrenadores con éxito y determinar las claves de sus distintos estilos de liderazgo utilizadas.
Cuadro 1. Funciones del entrenador. Fuente: Hardy (1985), en Balaguer (1994; p. 23).
- Instructor técnico: dirigiendo el entrenamiento
- Maestro: enseñando conocimientos
- Motivador: creando un enfoque positivo
- Juez: diseñando y legislando
- Director-líder: liderando a los deportistas
- Administrador: solucionando problemas burocráticos
- Relaciones públicas: hablando con prensa y público
- Asesor: aconsejando
- Amigo: compartiendo
- Padre o madre: apoyando
- Científico: analizando, evaluando, etc.
- Actor: cambiando de papeles
- Político: relacionándose con el poder
- Estudiante: oyendo, aprendiendo, estudiando, etc.
El liderazgo es parte esencial de la estructura grupal. Es determinante en la efectividad que alcance el grupo. El entrenador, si consigue convertirse en el líder del equipo, debe ser considerado como un líder formal, ya que ha sido elegido por la organización o club, y no como un líder informal que surge de forma espontánea como resultado de la interacción y comunicación que tiene lugar entre los miembros del grupo. El entrenador, como líder formal, tendría básicamente dos tipos de responsabilidades (Carron, 1988):
a) Procurar la satisfacción de las demandas de la organización.
b) Asegurar que los miembros del grupo satisfagan sus necesidades y aspiraciones.
a) Procurar la satisfacción de las demandas de la organización.
b) Asegurar que los miembros del grupo satisfagan sus necesidades y aspiraciones.
Cuando el entrenador de un equipo consigue satisfacer las necesidades y aspiraciones de sus jugadores y consigue que el equipo triunfe obteniendo victorias, en este caso es considerado como un líder
efectivo.
La psicología social hace ya casi un siglo que se ha preocupado por la temática de las líderes en los grupos y en la sociedad (García, 1999). Han sido muchas las publicaciones que este tema ha originado.
Stodgill (1974), a mediados de los 70, ya contabilizaba más de 3500 referencias sobre el liderazgo. Desde esa fecha hasta la actualidad el cúmulo de referencias no ha hecho más que aumentar. La complejidad de la realidad fenoménica que abarca los procesos de liderazgo ha determinado cierta confusión conceptual, una elevada variedad de teorías y una ampliación de los tipos de líderes analizados desde el prisma psicosocial (Canto, 1998). Las ciencias sociales en su conjunto (Jiménez Burillo, 1981) han sucumbido a la tentación del análisis del liderazgo, como también la psicología desde sus distintas modalidades (psicología social, psicología de la personalidad, psicología de las organizaciones) han pretendido proporcionar algunas respuestas a las múltiples e interesantes preguntas que suscita el fenómeno del liderazgo (Gardner y
Laskin, 1995). El psicólogo del deporte debe conocer las principales aportaciones proporcionadas por la psicología desde el liderazgo (Carron, 1988), así como también los principales modelos teóricos auspiciados desde la propia psicología del deporte, que puede ser útil no sólo en el ámbito deportivo sino incluso ir más allá y enriquecer las teorías psicosociales sobre el liderazgo (Chelladurai, 1990).
efectivo.
La psicología social hace ya casi un siglo que se ha preocupado por la temática de las líderes en los grupos y en la sociedad (García, 1999). Han sido muchas las publicaciones que este tema ha originado.
Stodgill (1974), a mediados de los 70, ya contabilizaba más de 3500 referencias sobre el liderazgo. Desde esa fecha hasta la actualidad el cúmulo de referencias no ha hecho más que aumentar. La complejidad de la realidad fenoménica que abarca los procesos de liderazgo ha determinado cierta confusión conceptual, una elevada variedad de teorías y una ampliación de los tipos de líderes analizados desde el prisma psicosocial (Canto, 1998). Las ciencias sociales en su conjunto (Jiménez Burillo, 1981) han sucumbido a la tentación del análisis del liderazgo, como también la psicología desde sus distintas modalidades (psicología social, psicología de la personalidad, psicología de las organizaciones) han pretendido proporcionar algunas respuestas a las múltiples e interesantes preguntas que suscita el fenómeno del liderazgo (Gardner y
Laskin, 1995). El psicólogo del deporte debe conocer las principales aportaciones proporcionadas por la psicología desde el liderazgo (Carron, 1988), así como también los principales modelos teóricos auspiciados desde la propia psicología del deporte, que puede ser útil no sólo en el ámbito deportivo sino incluso ir más allá y enriquecer las teorías psicosociales sobre el liderazgo (Chelladurai, 1990).
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