“Carácter.
Inculcarle eso, ¿viste? La fe. La actitud”, recomienda Guillermo
Coppola, exrepresentante de Maradona, a Meneses cuando le pregunta sobre
cómo tratar a la futura pieza que cace. Mediocampistas creativos y
goleadores son los más buscados. “Que sea rápido; pero el problema es la
mente… Preferible que venga de un barrio bravo porque ayuda a formarle
el carácter”, dice brusco Dante Mandriotti, el pescador de la
Academia Deportiva Cantolao, en Perú. “Parte de esta maquinaria juega
con eso del fútbol como una salida a la pobreza. Lo que no se dice jamás
es que la mayoría queda en el camino”, reflexiona el autor. Como si se
hablara de reses con denominación de origen, los mejores, por su
carácter competitivo ya de pequeños, son los argentinos; seguidos de los
uruguayos, por su facilidad de adaptación y porque muchos tienen
pasaporte europeo por ascendente familiar; los más caros, los
brasileños, clasifica el abogado y agente de jugadores argentino Luis
Smurra. “¿Con qué debo tener cuidado para que no fracase mi niño
futbolista?”, pregunta Meneses al presidente del equipo chileno Santiago
Wanderers. “A tres cosas: la droga, la polola [la novia] y los
estudios”
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