Un formador de fútbol que
conoce las necesidades vitales del niño y expone en cad sesión, clase o
entrenamiento a sus alumnos a ejercicios y juegos competitivos consigue
mantener fácilmente el interés del niño que gracias a la presencia de
situaciones competitivas está más motivado a esforzarse y superar a sí mismo.
Además se desarrolla mejor la interacción con los demás miembros del grupo.
Así, los niños aprenden en los entrenamientos no sólo los gestos técnicos y el
saber leer y solucionar los problemas inherentes en las situaciones básicas del
juego sino también buscar la victoria (pero no a cualquier precio) y también
aceptar la derrota después de haberse esforzado al máximo.
Las tendencias en el
desarrollo del fútbol formativo en los países desarrollados nos indican que el
juego de fútbol (y no sólo el de los profesionales sino también de los niños
entre 6 y 12 años) se concibe cada vez con mayor serenidad con lo cual pierde
su contenido lúdico. Lo espontáneo, lo despreocupado y la estimulación del uso
de capacidades inherentes en el juego de cada humano como la imaginación, la
fantasía y la creatividad lucen hoy frecuentemente por su ausencia.
Mientras Johan Cruyff afirma
que "el jugador sólo rinde al máximo cuando se divierte", el Argentino
Dante Panzeri consta: "No puede seducir lo que carece de alegría. Lo serio
de una competición de fútbol ha sepultado últimamente la alegría".
Nada es permanente en el
fútbol, un entrenador, un directivo, las reglas de juego o la estructura de la
competición. ¡Todo cambia y el cambio es permanente! Es preciso poner en duda
algunos conceptos del fútbol tradicional como por ejemplo la inadecuada
competición para los niños de las escuelas de fútbol base, porque ésta ha
perjudicado ya desde hace demasiado tiempo el desarrollo del fútbol en muchos
países. Experiencias nos han demostrado que la exposición sistemática de niños
de menos de 13 años a las competiciones de los adultos, no sólo les ha
perjudicado enormemente sino ha creado hábitos incorrectos en el plan técnico,
táctico, físico y perceptivo (lectura de la situación del juego. Todo ello, ha
evitado que el jugador, algunos años más tarde, haya alcanzado como adulto el
óptimo nivel de su potencial innato.
Una razón que puede explicar
por qué muchos profesionales no hayan alcanzado su óptimo nivel de juego antes
de retirarse a los 33-35 años, se basa principalmente en el hecho de que las Federaciones de Fútbol no les
permitieron en el pasado, ni hoy, ni en el futuro cercano, que los niños sean
verdaderamente niños antes de convertirse con los años en adultos. Éstos niños
fueron expulsados prematuramente a los 7/8 años de su jardín de infancia,
siendo expuestos durante la etapa de su mejor aprendizaje motor (entre 7 a 11
años), a la compleja competición de los adultos para la cual no estaban todavía
preparados. Ser consciente de éste grave problema es el primer paso para
solucionarlo. Recomiendo elaborar entre todos un plan de acciones con el fin de
erradicar para siempre este "cáncer del fútbol", que afecta a los
niños de menos de 13 años.
HORST WEIN
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